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domingo, 19 de febrero de 2017

CÓMO OFRECER ORACIÓN QUE FUNCIONE ¡INCREÍBLE REVELACIÓN!

FE

I. En el Antiguo Testamento

En el ATAT Antiguo Testamento la palabra “fe” aparece sólo tres veces en Reina Valera 1960 (Núm_35:30; Isa_57:11; Hab_2:4). Pero el hecho de que se use pocas veces el término no debe hacernos pensar que el ATAT Antiguo Testamento asigna poca importancia a la fe, ya que la idea, si no la palabra, es frecuente, y generalmente se expresa por medio de verbos como “creer”, “confiar” o “tener esperanza”, términos que encontramos en gran cantidad.

Podemos comenzar con un pasaje como el de Sal_26:1 : “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear.” A menudo se dice que según el ATAT Antiguo Testamento el hombre debe salvarse mediante sus obras, pero este pasaje pone las cosas en su justa perspectiva. El Salmista, por cierto, se refiere a su “integridad”, pero esto no quiere decir que confía en sí mismo o en sus obras. Su confianza ha sido depositada en Dios, y su “integridad” es la prueba de su confianza en él. El ATAT Antiguo Testamento es un libro largo, y expresa de diferentes maneras el concepto de la salvación. No siempre sus autores hacen las distinciones que nosotros, que contamos con el Nuevo Testamento, desearíamos que hicieran. Pero un examen cuidadoso revela que en el ATAT Antiguo Testamento, al igual que en el Nuevo Testamento, la demanda básica es la de una correcta actitud hacia Dios, es decir una demanda de fe. Compárese Sal_37:3ss: “confía en Jehová, y haz el bien … Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.” Aquí no puede haber duda de que el Salmista está señalando una vida recta. Pero tampoco hay duda de que básicamente está abogando por una actitud. Invita a los hombres a poner su confianza en el Señor, que no es más que una forma diferente de decirles que deben vivir por la fe. A veces se insta a los hombres a confiar en la Palabra de Dios (Sal_119:42), pero más frecuentemente es la fe en Dios mismo lo que se busca. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia” (Pro_3:5).

La última parte de este versículo nos aconseja no confiar en nuestras propias fuerzas, pensamiento que aparece frecuentemente: “El que confía en su propio corazón es necio” (Pro_28:26). El hombre no debe confiar en su propia justicia (Eze_33:13). Se castiga a Efraín por confiar “en tu camino y en la multitud de tus valientes” (Ose_10:13). A menudo se denuncia la confianza depositada en los ídolos (Isa_42:17; Hab_2:18). Jeremías advierte contra la confianza en lo humano. “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová (Jer_17:5). Podríamos multiplicar la lista de las cosas en las que no hay que confiar, y resulta más notable si se la compara con la lista más larga todavía de pasajes que nos instan a confiar en el Señor. Está claro que los hombres del ATAT Antiguo Testamento consideraban que el Señor era el único objeto digno de fe. No ponían su fe en cosas que ellos mismos u otros hombres, o aun los dioses, pudieran hacer. Su fe descansaba solamente en el Señor. A veces se lo expresó en forma pintoresca, como, por ejemplo: “Roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Sal_18:2). En un Dios así se puede depositar plena confianza.

Debemos mencionar especialmente a Abraham. Toda su vida manifiesta un espíritu de confianza, de una profunda fe. Se dice de él que “creyó a Jehová, y le fue contado por justicia’ (Gén_15:6). Los escritores del Nuevo Testamento recogieron este versículo, y el concepto fundamental que expresa adquirió mayor envergadura.

II. En el Nuevo Testamento

a. Uso general del término

La fe ocupa un lugar sumamente prominente en el Nuevo Testamento. El sustantivo griegogriego griego pistis y el verbo pisteuoµ aparecen más de 240 veces, mientras que el adjetivo pistos aparece 67 veces. Esta insistencia en el tema de la fe debe verse contra el fondo de la obra salvadora de Dios en Cristo. Elemento central en el Nuevo Testamento es la idea de que Dios envió a su Hijo para que fuera el Salvador del mundo. Cristo obtuvo la salvación para los hombres sufriendo una muerte expiatoria en la cruz del Calvario. Fe es la actitud por medio de la cual el hombre deja de confiar en sus propios esfuerzos para obtener la salvación, ya se trate de obras piadosas, de bondad ética, o de cualquier otra naturaleza. Es la actitud de completa confianza en Cristo, y solamente en él, para todo lo que significa la salvación. Cuando el carcelero de Filipos preguntó, “señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?”, Pablo y Silas le respondieron sin vacilar, “cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch_16:30s). Es “todo aquel que en el cree” el que no se pierde sino que tiene vida eterna (Jua_3:16). La fe es la única manera en que el hombre puede recibir la salvación.

A menudo al verbo pisteuoµ sigue el vocablo “que”, lo que indica que la fe está relacionada con los hechos, aunque esto no es todo. Santiago nos dice que los demonios creen “que Dios es uno”, pero esa “fe” no les aprovecha (Stg_2:19). pisteuoµ puede aparecer seguido por el dativo simple cuando significa que se cree o se acepta como verdadero lo que dice alguien. Así, Jesús les recuerda a los judíos que “vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis” (Mat_21:32). No se trata aquí de fe en el sentido de confianza. Se trata sencillamente de que los judíos no creían lo que decía Juan. Lo mismo puede haber ocurrido con respecto a Jesús, como vemos en Jua_8:45, “no me creéis”, o en el versículo siguiente, “pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?” No obstante, no debemos olvidar que en la fe hay un contenido intelectual. Por lo tanto a veces se emplea esta construcción en relación con la fe salvadora, como en Jua_5:24 : “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna.” Por cierto que el hombre que verdaderamente cree a Dios obrará de acuerdo con esa creencia. En otras palabras, el resultado de una creencia genuina en lo que Dios ha revelado será fe verdadera.

La construcción característica cuando se trata de la fe salvadora es aquella en la que al verbo pisteuoµ sigue la preposición eis. Literalmente esta palabra significa creer “en”. Denota una fe que, por decirlo así, saca al hombre fuera de sí y lo pone dentro de Cristo (compárese la expresión neotestamentaria, que frecuentemente se aplica a los cristianos, estar “en Cristo”). También puede indicarse esta experiencia mediante la frase “unión con Cristo por la fe”. No es simplemente un creer que envuelve un asentimiento intelectual, sino un creer en el que el creyente se aferra a su Salvador con todo su corazón. El hombre que cree en este sentido mora en Cristo y Cristo en él (Jua_15:4). La fe no consiste en aceptar ciertas cosas como verdaderas, sino en confiar en una Persona: la persona de Cristo.

A veces pisteuoµ va seguido por epi, “sobre”. La fe tiene una base firme. Vemos esta construcción en Hch_9:42, episodio en el que una vez que se difundió la noticia de la resurrección de Tabita “muchos creyeron en el Señor”. La gente había visto lo que podía hacer Cristo, y en consecuencia depositó su fe “en” (= sobre) él. A veces la fe descansa en el Padre, como cuando Pablo habla de creer “en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro” (Rom_4:24).

Muy característico del Nuevo Testamento es el uso absoluto del verbo. Cuando Jesús se quedó con los samaritanos, “creyeron muchos mas por la palabra de él” (Jua_4:41). No hay necesidad de añadir lo que creyeron o en quién creyeron. La fe es un elemento tan central para el cristianismo que se puede hablar de “creer” sin necesidad de aclaración alguna. Los cristianos son simplemente “creyentes”. Este uso abarca todo el Nuevo Testamento y no es exclusivo de ninguno de los escritores en particular. Podemos con toda confianza llegar a la conclusión de que la fe es fundamental.

También resultan instructivos los tiempos del verbo pisteuoµ. El tiempo aoristo indica un solo acto en el pasado y el carácter deterrninativo de la fe. El hombre que cree se consagra decididamente a Cristo. El tiempo presente encierra la idea de continuidad. La fe no es una fase pasajera, sino una actitud continua. El tiempo perfecto combina ambas ideas y nos habla de una fe presente que mantiene continuidad con un acto de fe pasado. El hombre que cree ingresa en un estado permanente. Quizás debamos notar aquí que a veces el sustantivo “fe” lleva el artículo, “la fe”, es decir todo el cuerpo de enseñanzas cristianas, como cuando Pablo dice que los colosenses fueron “confirmados en la fe”, y añade “así como habéis sido enseñados” (Col_2:7).

b. Usos particulares del término

(i) En los evangelios sinópticos a menudo se relaciona la fe con las curaciones, como cuando Jesús le dijo a la mujer que había tocado su túnica en medio de la multitud, “ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mat_9:22). Pero estos evangelios también se ocupan de la fe en un sentido más amplio. Marcos, por ejemplo, nos hace llegar las palabras del Señor Jesús: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mar_9:23). También el Señor habla de los grandes resultados de tener “fe como un grano de mostaza” (Mat_17:20; Luc_17:6). Evidentemente nuestro Señor pedía que tuviesen fe en él mismo, personalmente. La exigencia de depositar fe en Cristo, característicamente cristiana, se basa finalmente en el propio requerimiento de él.

(ii) En el cuarto evangelio la fe ocupa un lugar muy prominente; 98 veces encontramos el verbo pisteuoµ. Es curioso que nunca se emplea el sustantivo pistis, “fe”. Posiblemente se deba a que se usaba en círculos de tipo gnóstico. Hay algunas indicaciones de que Juan tenía a esos grupos en mente al escribir, y posiblemente quiso evitar el uso de un término tan popular entre ellos. quizás prefirió el uso más dinámico que trasmitía el verbo. Cualquiera haya sido la razón, emplea el verbo pisteuoµ con mayor frecuencia que los otros escritores neotestamentarios: tres veces más que los tres primeros evangelios sumados. Su construcción característica es con la preposición eis, “creer en”, “creer a”. Lo importante es la relación entre el creyente y el Cristo. En consecuencia, Juan habla una y otra vez sobre creer en él, o creer “en el nombre” de Cristo (por ejemplo Jua_3:18). Para los hombres de la antigüedad, el “nombre” era una manera de resumir toda la personalidad; representaba todo lo que era la persona. Por lo tanto, creer en el nombre de Cristo significa creer en todo lo que él es, esencialmente, en sí mismo. Jua_3:18 también dice: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado.” Una de las características de la enseñanza de Juan es que las cuestiones eternas se deciden aquí y ahora. La fe no ofrece a los hombres simplemente la seguridad de una vida eterna en un futuro no especificado, sino que les da vida eterna aquí y ahora. El que cree en el Hijo “tiene” vida eterna (3.36; compárese 5.24, etc.).

(iii) En Hchhos, con su historia de pujante avance misionero, no nos sorprende que la expresión característica sea el uso del tiempo aoristo para indicar el acto de decisión. Lucas registra muchas ocasiones en las que los que oían ponían su fe en Cristo. Encontramos otras construcciones, también, y tanto la condición continua como los resultados permanentes de la fe reciben mención. Pero lo característico es la decisión.

(iv) Para Pablo la fe es la actitud típica de los cristianos. No comparte con Juan la antipatía por el sustantivo, sino que lo usa más de dos veces más que el verbo, y lo hace en relación con algunos de sus conceptos principales. En Rom_1:16, por ejemplo, habla del evangelio como el “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree [“tiene fe”, rsvrsv Revised Standard Version: NT, 1946; AT, 1952; Common Bible, 1973, New English Bible ]”. Significa mucho para Pablo el que el cristianismo sea algo más que un sistema de buenos consejos. No solamente les dice a los hombres lo que deben hacer, sino que también les da el poder para hacerlo. Una y otra vez Pablo hace resaltar el contraste entre las meras palabras y el poder, siempre con el objeto de poner de manifiesto que el poder del Espíritu Santo de Dios se ve en la vida de los cristianos. El hombre puede recibir este poder sólo cuando cree. No hay sustituto para la fe.

Muchos de los escritos controvertibles de Pablo giran alrededor de su disputa con los judaizantes, que insistían en que no era suficiente que los cristianos se bautizaran, sino que también tenían que circuncidarse; y que al haber sido de esa manera admitidos al judaísmo, debían tratar de obedecer toda la ley de Moisés. Ponían la obediencia a la ley como condición previa, necesaria para la salvación, por lo menos en el sentido más completo del término. Pablo no aceptaba nada de esto. Insistía en que los hombres no podían hacer absolutamente nada para conseguir la salvación. Todo había sido hecho por Cristo, y nadie podía añadir nada a la perfección de la obra terminada llevada a cabo por Cristo. Por eso Pablo insistía en que los hombres son justificados “por la fe” (Rom_5:1). La doctrina de la *justificación por la fe está en el centro mismo del mensaje de Pablo. Ya sea con esta terminología o con otra cualquiera, el apóstol insistió constantemente en esta idea. Combatió enérgicamente toda noción de la eficacia de las buenas obras. “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley”, escribe a los gálatas, “sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley”, y añade contundentemente, “por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gál_2:16). Resulta claro que para Pablo la fe significaba abandonar toda confianza en la propia capacidad para merecer la salvación. Se trata simplemente de una aceptación confiada del don de Dios en Cristo, de confiar en Cristo, y solamente en él, para todo aquello que significa la salvación.

Otra característica notable de la teología paulina es el lugar prominente que el apóstol concede a la obra del Espíritu Santo. Piensa en los cristianos como si en todos ellos morase el Espíritu (Ro. 8 Gén_9:14), y esto, también, lo relaciona con la fe. Es por eso que escribe así a los efesios, con respecto a Cristo: “Vosotros … habiendo creído en él, fuísteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia” (Efe_1:13s). El sello equivalía a la marca de propiedad, metáfora que fácilmente podía entenderse en una época en la que pocos sabían leer. El Espíritu que mora en los creyentes es la marca de propiedad de Dios, y esta marca sólo la tienen los que creen. El pasaje mencionado sigue hablándo del Espíritu como “las arras (griegogriego griego arraboµn) de nuestra herencia”. Pablo emplea aquí un término que en el siglos I significaba pago inicial, es decir pago que era parte del precio establecido, y a la vez la garantia de que el resto sería saldado. Es así que cuando alguien cr”e, recibe el Espíritu Santo como parte de la vida por venir, y como garantía de que lo demás se dará infaliblemente. (* Arras )

(v) El autor de la Epístola a los Hebreos considera que la fe es una característica invariable del pueblo de Dios. En su gran galería de retratos de He. 11 pasa revista a los heroes del pasado, y muestra que, en cada caso, estos héroes ilustran el gran tema de que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb_11:6). Especialmente le interesa el contraste entre la fe y la vista. La fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb_11:1). Pone de manifiesto el hecho de que hombres que no tenían ninguna prueba externa en la cual apoyarse aceptaron firmemente, sin embargo, las promesas de Dios. En otras palabras, caminaban por fe y no por vista.

(vi) De los otros escritores del Nuevo Testamento debemos considerar a Santiago, desde el momento en que a menudo se ha considerado que se oponía a Pablo en este sentido. Mientras Pablo insiste en que el hombre es justificado por la fe y no por las obras, Santiago sostiene que “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Stg_2:24). Sin embargo, aquí sólo tenemos una contradicción verbal. El tipo de “fe” al que se opone Santiago no es la fe cálida y personal en un Salvador vivo de que habla Pablo, sino una fe que el mismo Santiago describe así: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Stg_2:19). Lo que este apóstol tiene en mente es un asentimiento intelectual a ciertas verdades, asentimiento que no se basa en una vida vivida de conformidad con esas verdades (Stg_2:15s). Tan lejos está Santiago de oponerse a la fe en el sentido pleno, que en todo momento la presupone. Al comienzo mismo de su epístola habla naturalmente de “la prueba de vuestra fe” (Stg_1:3), y exhorta a sus lectores a que “su fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas” (Stg_2:1). Critica una fe equivocada, pero da por entendido que todos reconocerán la necesidad de una fe correcta. Además, cuando habla de “obras” no se refiere a lo que Pablo quiere significar con ese término. Pablo piensa en la obediencia a los mandatos de la ley considerados como un sistema por el cual el hombre puede hacerse merecedor de la salvación. Para Santiago la ley es “la ley de la libertad” (Stg_2:12). Sus “obras” se parecen en realidad al “fruto del Espíritu” del que habla Pablo. Se trata de cálidos actos de amor que surgen de una actitud correcta hacia Dios. Son los frutos de la fe. A lo que se opone Santiago es a la afirmación de que hay fe aun cuando no haya obras que la avalen.

La fe es, indudablemente, uno de los conceptos más importantes en todo el Nuevo Testamento. En todas partes se la exige y se insiste en su importancia. Tener fe significa abandonar toda confianza en los propios recursos y entregarse sin reservas a la misericordia de Dios. Tener fe significa aferrarse a las promesas de Dios en Cristo, y confiar enteramente en la obra perfecta de Cristo en pro de la salvación, y en el poder del Espíritu Santo de Dios, que mora en nosotros, para la fortaleza diaria. La fe requiere confianza plena en Dios y obediencia total a él.


martes, 14 de febrero de 2017

Las Fuerzas Ocultas de Satanás detrás de su gente en el poder.

Deu 18:10  No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero,(B) ni sortílego, ni hechicero,(C)

Deu 18:11  ni encantador, ni adivino,(D) ni mago, ni quien consulte a los muertos. 
Deu 18:12  Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. 
Deu 18:13  Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.(E) 
Deu 18:14  Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios. 

lunes, 13 de febrero de 2017

Nombre sobre todo - La IBI [Video OFICIAL]

Éxo 6:2  Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ.

Éxo 6:3  Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente,(A) mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. 
Éxo 6:4  También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. 
Éxo 6:5  Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. 
Éxo 6:6  Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; 
Éxo 6:7  y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. 
Éxo 6:8  Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ. 

A Ti la gloria [La Salvación es del Señor]

sábado, 4 de febrero de 2017

Los beneficios de hablar en lenguas - Andrés Corson - 8 de enero de 2017

Jua 14:15

La promesa del Espíritu Santo
 Si me amáis, guardad mis mandamientos.

Jua 14:16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

Jua 14:17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

jueves, 2 de febrero de 2017

4297 - Y Entonces Vendrá el Fin, Parte 1: El Riesgo de Ignorar la Profecía

Juan 15:22 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.


Jua 15:23 El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece.

Jua 15:24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre.

Jua 15:25 Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.c

Jua 15:26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

Jua 15:27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.

Draw Me Nearer Terry MacAlmon instrumental



Juan 15:18

El mundo os aborrecerá
 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.

Jua 15:19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.

Here Be Lions - God Would You Forgive Us (Official Live Video)

Eze 2: 1 Ezekiel's calling He said to me: Son of man, stand on your feet, and I will speak with you. Eze 2: 2 And when he spoke to me, ...