El Antiguo Testamento designa con un vocabulario variado y antropomórfico la ira de Dios y destaca el carácter personal de la misma. Es una "emoción" divina, pero Jehová no es en sí un Dios de ira; mas bien su enojo es su "extraña obra" (Isa_28:21). Siempre resulta de alguna provocación externa. (Su [Ver=] AMOR, al contrario, es inmanente.)
Jehová manifiesta su ira primeramente contra su pueblo Israel, castigándolo por despreciar su amor y quebrantar su Ley, notablemente por la idolatría, la violencia y la injusticia (2Cr_36:11-17). Asimismo, su ira se enciende contra los gentiles por el maltrato de estos a Israel, su idolatría, orgullo y crueldad (Isa_13:3-13). La finalidad de la ira es la gloria de Jehová, el castigo del pecado y el arrebatamiento de Israel (Isa_59:15-19).
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