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lunes, 3 de diciembre de 2012

ANOCHE SOÑE- DORIS MACHIN.wmv

Sal 119:1
SALMO 119 (118)
Alabanzas a la ley de Dios[a]
Felices[b] los que se conducen sin tacha
y siguen la enseñanza[c] del Señor. 
 
Sal 119:2  Felices los que atienden a sus mandatos[d]
y lo buscan de todo corazón, 
 
Sal 119:3  los que no hacen nada malo,
los que siguen el camino del Señor. 
 
Sal 119:4  Tú has ordenado que tus preceptos
se cumplan estrictamente. 
 
Sal 119:5  ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la obediencia a tus leyes! 
 
Sal 119:6  No tendré de qué avergonzarme
cuando atienda a todos tus mandamientos. 
 
Sal 119:7  Te alabaré con corazón sincero
cuando haya aprendido tus justos decretos. 
 
Sal 119:8  ¡Quiero cumplir tus leyes!
¡No me abandones jamás! 
 
Sal 119:9  ¿Cómo podrá el joven llevar una vida limpia?
¡Viviendo de acuerdo con tu palabra! 
 
Sal 119:10  Yo te busco de todo corazón;
no dejes que me aparte de tus mandamientos. 
 
Sal 119:11  He guardado tus palabras en mi corazón
para no pecar contra ti. 
 
Sal 119:12  ¡Bendito tú, Señor!
¡Enséñame tus leyes! 
 
Sal 119:13  Con mis labios contaré
todos los decretos que pronuncies. 
 
Sal 119:14  Me alegraré en el camino de tus mandatos,
más que en todas las riquezas. 
 
Sal 119:15  Meditaré en tus preceptos
y pondré mi atención en tus caminos. 
 
Sal 119:16  Me alegraré con tus leyes
y no me olvidaré de tu palabra. 
 
Sal 119:17  ¡Concédele vida a este siervo tuyo!
¡Obedeceré tu palabra! 
 
Sal 119:18  Abre mis ojos, para que contemple
las maravillas de tu enseñanza. 
 
Sal 119:19  Yo soy extranjero en esta tierra;
no escondas de mí tus mandamientos.[e] 
 
Sal 119:20  Me siento oprimido a todas horas
por el deseo de conocer tus decretos. 
 
Sal 119:21  Tú reprendes a los insolentes y malditos
que se apartan de tus mandamientos. 
 
Sal 119:22  Aléjame de sus ofensas y desprecios,
pues he atendido a tus mandatos. 
 
Sal 119:23  Aunque hombres poderosos tramen hacerme daño,
este siervo tuyo meditará en tus leyes. 
 
Sal 119:24  Yo me alegro con tus mandatos;
ellos son mis consejeros. 
 
Sal 119:25  Estoy a punto de morir;
¡dame vida, conforme a tu promesa! 
 
Sal 119:26  Te he expuesto mi conducta, y me has respondido.
¡Enséñame tus leyes! 
 
Sal 119:27  Dame entendimiento para seguir tus preceptos,
pues quiero meditar en tus maravillas. 
 
Sal 119:28  Estoy ahogado en lágrimas de dolor;
¡manténme firme, conforme a tu promesa! 
 
Sal 119:29  Aléjame del camino de la mentira
y favoréceme con tu enseñanza. 
 
Sal 119:30  He escogido el camino de la verdad
y deseo tus decretos. 
 
Sal 119:31  Señor, me he apegado a tus mandatos;
¡no me llenes de vergüenza! 
 
Sal 119:32  Me apresuro a cumplir tus mandamientos
porque llenas de alegría mi corazón. 
 
Sal 119:33  Señor, enséñame el camino de tus leyes,
pues quiero seguirlo hasta el fin. 
 
Sal 119:34  Dame entendimiento para guardar tu enseñanza;
¡quiero obedecerla de todo corazón! 
 
Sal 119:35  Llévame por el camino de tus mandamientos,
pues en él está mi felicidad. 
 
Sal 119:36  Haz que mi corazón prefiera tus mandatos
a las ganancias mal habidas. 
 
Sal 119:37  No dejes que me fije en falsos dioses;
¡dame vida para seguir tu camino! 
 
Sal 119:38  Confirma a este siervo tuyo
las promesas que haces a los que te honran. 
 
Sal 119:39  Aleja de mí la ofensa que temo,
pues tus decretos son buenos. 
 
Sal 119:40  Yo he deseado tus preceptos;
¡dame vida, pues tú eres justo! 
 
Sal 119:41  Muéstrame, Señor, tu amor y salvación,
tal como lo has prometido. 
 
Sal 119:42  Así podré responder al que me ofenda,
pues confío en tu palabra. 
 
Sal 119:43  No quites de mi boca la palabra de verdad,
pues he puesto mi esperanza en tus decretos. 
 
Sal 119:44  ¡Quiero poner en práctica tu enseñanza,
siempre, por toda la eternidad! 
 
Sal 119:45  Así podré vivir en libertad,
pues he seguido tus preceptos. 
 
Sal 119:46  Hablaré de tus mandatos ante los reyes
y no sentiré vergüenza. 
 
Sal 119:47  Pues amo tus mandamientos
y me alegro con ellos. 
 
Sal 119:48  Amo y anhelo[f] tus mandamientos,
y pienso mucho en tus leyes. 
 
Sal 119:49  Recuerda la palabra que diste a este siervo tuyo:
en ella me hiciste poner la esperanza. 
 
Sal 119:50  Este es mi consuelo en la tristeza:
que con tus promesas me das vida. 
 
Sal 119:51  Los insolentes me ofenden sin cesar,
pero yo no me aparto de tu enseñanza. 
 
Sal 119:52  Recuerdo tus decretos de otros tiempos,
y en ellos, Señor, encuentro consuelo. 
 
Sal 119:53  Los malvados que abandonan tu enseñanza
me llenan de furor. 
 
Sal 119:54  Tus leyes han sido mis canciones
en esta tierra donde soy un extranjero. 
 
Sal 119:55  Señor, por las noches me acuerdo de ti;
¡quiero poner en práctica tu enseñanza! 
 
Sal 119:56  Esto es lo que me corresponde:
obedecer tus preceptos. 
 
Sal 119:57  Tú, Señor, eres todo lo que tengo;
he prometido poner en práctica tus palabras. 
 
Sal 119:58  De todo corazón he procurado agradarte;
trátame bien, conforme a tu promesa. 
 
Sal 119:59  Me puse a pensar en mi conducta,
y volví a obedecer tus mandatos. 
 
Sal 119:60  Me he dado prisa, no he tardado
en poner en práctica tus mandamientos. 
 
Sal 119:61  Me han rodeado con trampas los malvados,
pero no me he olvidado de tu enseñanza. 
 
Sal 119:62  A medianoche me levanto a darte gracias
por tus justos decretos. 
 
Sal 119:63  Yo soy amigo de los que te honran
y de los que cumplen tus preceptos. 
 
Sal 119:64  Señor, la tierra está llena de tu amor;[g]
¡enséñame tus leyes! 
 
Sal 119:65  Señor, tú has tratado bien a este siervo tuyo,
conforme a tu promesa. 
 
Sal 119:66  Enséñame a tener buen juicio y conocimiento,
pues confío en tus mandamientos. 
 
Sal 119:67  Antes de ser humillado cometí muchos errores,
pero ahora obedezco tu palabra. 
 
Sal 119:68  Tú eres bueno, y haces el bien;
¡enséñame tus leyes! 
 
Sal 119:69  Los insolentes me acusan falsamente,
pero yo cumplo tus preceptos de todo corazón. 
 
Sal 119:70  Ellos tienen la mente entorpecida,
pero yo me alegro con tu enseñanza. 
 
Sal 119:71  Me hizo bien haber sido humillado,
pues así aprendí tus leyes. 
 
Sal 119:72  Para mí vale más la enseñanza de tus labios,
que miles de monedas de oro y plata. 
 
Sal 119:73  Tú mismo me hiciste y me formaste;
¡dame inteligencia para aprender tus mandamientos! 
 
Sal 119:74  Los que te honran se alegrarán al verme,
porque he puesto mi esperanza en tu palabra. 
 
Sal 119:75  Señor, yo sé que tus decretos son justos
y que tienes razón cuando me afliges. 
 
Sal 119:76  ¡Que tu amor me sirva de consuelo,
conforme a la promesa que me hiciste! 
 
Sal 119:77  Muéstrame tu ternura, y hazme vivir,
pues me siento feliz con tu enseñanza. 
 
Sal 119:78  Sean avergonzados los insolentes
que sin razón me maltratan;
yo quiero meditar en tus preceptos. 
 
Sal 119:79  Que se reúnan conmigo los que te honran,
los que conocen tus mandatos. 
 
Sal 119:80  Que mi corazón sea perfecto en tus leyes,
para no tener de qué avergonzarme. 
 
Sal 119:81  Con ansia espero que me salves;
¡he puesto mi esperanza en tu palabra! 
 
Sal 119:82  Mis ojos se consumen esperando tu promesa,
y digo: “¿Cuándo vendrás a consolarme?” 
 
Sal 119:83  Aunque soy un viejo inútil y olvidado,
no me he olvidado de tus leyes. 
 
Sal 119:84  ¿Cuánto más habré de esperar?
¿Cuándo juzgarás a los que me persiguen? 
 
Sal 119:85  Gente insolente que no sigue tu enseñanza
ha cavado trampas a mi paso. 
 
Sal 119:86  ¡Ayúdame, pues soy perseguido sin motivo!
¡Tus mandamientos son todos verdaderos! 
 
Sal 119:87  Casi he sido borrado de la tierra,
pero no he descuidado tus preceptos. 
 
Sal 119:88  Dame vida, de acuerdo con tu amor,
y cumpliré los mandatos de tus labios. 
 
Sal 119:89  Señor, tu palabra es eterna;
¡afirmada está en el cielo![h] 
 
Sal 119:90  Tu fidelidad permanece para siempre;
tú afirmaste la tierra, y quedó en pie. 
 
Sal 119:91  Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos,
porque todas ellas están a tu servicio. 
 
Sal 119:92  Si tu enseñanza no me trajera alegría,
la tristeza habría acabado conmigo. 
 
Sal 119:93  Jamás me olvidaré de tus preceptos,
pues por ellos me has dado vida. 
 
Sal 119:94  ¡Sálvame, pues soy tuyo
y he seguido tus preceptos! 
 
Sal 119:95  Los malvados esperan el momento de destruirme,
pero yo estoy atento a tus mandatos. 
 
Sal 119:96  He visto que todas las cosas tienen su fin,
pero tus mandamientos son infinitos. 
 
Sal 119:97  ¡Cuánto amo tu enseñanza!
¡Todo el día medito en ella! 
 
Sal 119:98  Tus mandamientos son míos para siempre;
me han hecho más sabio que mis enemigos. 
 
Sal 119:99  Entiendo más que todos mis maestros
porque pienso mucho en tus mandatos. 
 
Sal 119:100  Entiendo más que los ancianos
porque obedezco tus preceptos. 
 
Sal 119:101  He alejado mis pies de todo mal camino
para cumplir tu palabra. 
 
Sal 119:102  No me he apartado de tus decretos
porque tú eres quien me enseña. 
 
Sal 119:103  Tu promesa es más dulce a mi paladar
que la miel a mi boca.[i] 
 
Sal 119:104  De tus preceptos he sacado entendimiento;
por eso odio toda conducta falsa. 
 
Sal 119:105  Tu palabra es una lámpara a mis pies
y una luz en mi camino.[j] 
 
Sal 119:106  Hice un juramento, y lo voy a cumplir:
¡pondré en práctica tus justos decretos! 
 
Sal 119:107  Señor, me siento muy afligido;
¡dame vida, conforme a tu promesa! 
 
Sal 119:108  Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,
y enséñame tus decretos. 
 
Sal 119:109  Siempre estoy en peligro de muerte,
pero no me olvido de tu enseñanza. 
 
Sal 119:110  Los malvados me ponen trampas,
pero no me aparto de tus preceptos. 
 
Sal 119:111  Mi herencia eterna son tus mandatos,
porque ellos me alegran el corazón. 
 
Sal 119:112  De corazón he decidido practicar tus leyes,
para siempre y hasta el fin. 
 
Sal 119:113  Odio a la gente hipócrita,
pero amo tu enseñanza. 
 
Sal 119:114  Tú eres quien me ampara y me protege;
en tu palabra he puesto mi esperanza. 
 
Sal 119:115  ¡Aléjense de mí, malvados,
que quiero cumplir los mandatos de mi Dios! 
 
Sal 119:116  Dame fuerzas, conforme a tu promesa, y viviré;
¡no defraudes mi esperanza! 
 
Sal 119:117  Ayúdame, y estaré a salvo;
así cumpliré siempre tus leyes. 
 
Sal 119:118  Tú desprecias a los que se apartan de tus leyes,
porque sus pensamientos no tienen sentido. 
 
Sal 119:119  Los malvados de la tierra son para ti como basura;
por eso yo amo tus mandatos. 
 
Sal 119:120  Mi cuerpo tiembla de temor delante de ti;
¡siento reverencia por tus decretos! 
 
Sal 119:121  Nunca he dejado de hacer lo que es justo;
no me abandones en manos de mis opresores. 
 
Sal 119:122  Hazte responsable de mi bienestar;
que no me maltraten los insolentes. 
 
Sal 119:123  Mis ojos se consumen esperando que me salves,
esperando que me libres, conforme a tu promesa.[k] 
 
Sal 119:124  Trata a este siervo tuyo de acuerdo con tu amor;
¡enséñame tus leyes! 
 
Sal 119:125  Yo soy tu siervo. Dame entendimiento,
pues quiero conocer tus mandatos. 
 
Sal 119:126  Señor, ya es tiempo de que hagas algo,
pues han desobedecido tu enseñanza. 
 
Sal 119:127  Por eso yo amo tus mandamientos
mucho más que el oro fino. 
 
Sal 119:128  Por eso me guío[l] por tus preceptos
y odio toda conducta falsa. 
 
Sal 119:129  Tus mandatos son maravillosos;
por eso los obedezco. 
 
Sal 119:130  La explicación de tus palabras ilumina,
instruye a la gente sencilla. 
 
Sal 119:131  Con gran ansia abro la boca,
pues deseo tus mandamientos. 
 
Sal 119:132  Mírame, y ten compasión de mí,
como haces con los que te aman. 
 
Sal 119:133  Hazme andar conforme a tu palabra;
no permitas que la maldad me domine. 
 
Sal 119:134  Líbrame de la violencia humana,
pues quiero cumplir tus preceptos. 
 
Sal 119:135  Mira con buenos ojos a este siervo tuyo,
y enséñame tus leyes. 
 
Sal 119:136  Ríos de lágrimas salen de mis ojos
porque no se respeta tu enseñanza. 
 
Sal 119:137  Señor, tú eres justo;
rectos son tus decretos. 
 
Sal 119:138  Todos tus mandatos
son justos y verdaderos. 
 
Sal 119:139  Me consume el celo que siento por tus palabras,
pues mis enemigos se han olvidado de ellas. 
 
Sal 119:140  Tu promesa ha pasado las más duras pruebas;
por eso la ama este siervo tuyo. 
 
Sal 119:141  Humilde soy, y despreciado,
pero no me olvido de tus preceptos. 
 
Sal 119:142  Tu justicia es siempre justa,
y tu enseñanza es la verdad. 
 
Sal 119:143  Me he visto angustiado y en aprietos,
pero tus mandamientos me alegraron. 
 
Sal 119:144  Tus mandatos son siempre justos;
¡dame entendimiento para que pueda yo vivir! 
 
Sal 119:145  Señor, te llamo con todo el corazón;
¡respóndeme, pues quiero cumplir tus leyes! 
 
Sal 119:146  A ti clamo, ayúdame
para que cumpla tus mandatos. 
 
Sal 119:147  Antes de amanecer, me levanto a pedirte ayuda;
he puesto mi esperanza en tu promesa. 
 
Sal 119:148  Antes de anochecer, mis ojos ya están velando
para meditar en tu promesa. 
 
Sal 119:149  Oye mi voz, Señor, por tu amor;
dame vida, conforme a tu justicia. 
 
Sal 119:150  Están cerca mis crueles perseguidores,
pero están lejos de tu enseñanza. 
 
Sal 119:151  Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandamientos son verdaderos. 
 
Sal 119:152  Desde hace mucho conozco tus mandatos,
establecidos por ti eternamente. 
 
Sal 119:153  Mira mi aflicción y líbrame,
pues no me he olvidado de tu enseñanza. 
 
Sal 119:154  Defiende mi caso y rescátame;
¡dame vida, conforme a tu promesa! 
 
Sal 119:155  Tu ayuda está lejos de los malvados,
porque no siguen tus leyes. 
 
Sal 119:156  Señor, es muy grande tu ternura;
dame vida, conforme a tu justicia. 
 
Sal 119:157  Muchos son mis enemigos y opresores,
pero yo no me aparto de tus mandatos. 
 
Sal 119:158  No soporto a los traidores,
a los que no obedecen tus mandamientos. 
 
Sal 119:159  Señor, mira cómo amo tus preceptos;
¡dame vida, por tu amor! 
 
Sal 119:160  En tu palabra se resume la verdad;
eternos y justos son todos tus decretos. 
 
Sal 119:161  Hombres poderosos me persiguen sin motivo,
pero mi corazón reverencia tus palabras. 
 
Sal 119:162  Yo me siento feliz con tu promesa,
como quien se encuentra un gran tesoro. 
 
Sal 119:163  Odio la mentira, no la soporto;
pero amo tu enseñanza. 
 
Sal 119:164  A todas horas te alabo
por tus justos decretos. 
 
Sal 119:165  Los que aman tu enseñanza gozan de mucha paz,
y nada los hace caer. 
 
Sal 119:166  Señor, espero que me salves,
pues he puesto en práctica tus mandamientos. 
 
Sal 119:167  Yo obedezco tus mandatos
y los amo de todo corazón. 
 
Sal 119:168  Yo obedezco tus preceptos y mandatos;
¡tú conoces toda mi conducta! 
 
Sal 119:169  Lleguen mis gritos, Señor, a tu presencia;
¡dame entendimiento, conforme a tu palabra! 
 
Sal 119:170  Llegue mi oración a tu presencia;
¡líbrame, conforme a tu promesa! 
 
Sal 119:171  Brote de mis labios la alabanza,
pues tú me has enseñado tus leyes. 
 
Sal 119:172  Entonen mis labios un canto a tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos. 
 
Sal 119:173  Esté lista tu mano a darme ayuda,
porque he preferido tus preceptos. 
 
Sal 119:174  Señor, ¡deseo que me salves!
¡Yo me siento feliz con tu enseñanza! 
 
Sal 119:175  Quiero vivir para alabarte;
que tu justicia me ayude. 
 
Sal 119:176  Me he extraviado como una oveja;[m] ¡ven en busca mía,
pues no me he olvidado de tus mandamientos! 
 

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